Redacción Central: GCONicaragua
Queridos estudiantes nicaragüenses:
Les escribo desde el exilio, un lugar donde la distancia física no apaga la luz de la esperanza ni el fuego del amor que siento por cada uno de ustedes y por nuestra amada Nicaragua. Sé que los tiempos que corren son difíciles, y que la sombra de la vigilancia en las aulas puede sentirse pesada. Pero es precisamente en estos momentos cuando la fe, la esperanza y el pensamiento crítico se vuelven nuestras herramientas más poderosas.
Mantengan la fe, no en ideologías impuestas, sino en el potencial ilimitado de sus propias mentes y corazones. Crean en la capacidad de nuestro pueblo para superar cualquier adversidad. Esa fe inquebrantable es el cimiento sobre el cual construiremos un futuro mejor.
Cultiven la esperanza, no como una espera pasiva, sino como la convicción de que cada día es una nueva oportunidad para aprender, crecer y, eventualmente, construir la Nicaragua que todos anhelamos: una nación libre, justa y próspera. La esperanza es la luz que nos guía en la oscuridad y nos impulsa a seguir adelante, incluso cuando el camino parece incierto.
Desde el exilio les grito en silencio, no dejen que les quiten el derecho a pensar
Y quizás lo más importante en este contexto: desarrollen un sentido crítico agudo. La educación no es solo memorizar datos, sino aprender a analizar, cuestionar y formar sus propias conclusiones. Aún si se sienten vigilados, recuerden que la verdadera libertad comienza en la mente. No acepten verdades absolutas sin antes someterlas a su propio juicio. Pregúntense: ¿Quién lo dice? ¿Por qué lo dice? ¿Cuáles son las evidencias? Su capacidad para discernir entre la verdad y la manipulación es su escudo más fuerte contra cualquier intento de controlar su pensamiento.
Sé que no es fácil, pero cada libro que leen, cada pregunta que se hacen, cada idea que exploran, los acerca más a la libertad intelectual que nadie les podrá arrebatar. No permitan que el miedo les impida pensar, soñar y aspirar a un futuro diferente.
Los llevo en mi corazón y confío plenamente en su inteligencia, su valentía y su capacidad para construir un mañana digno para Nicaragua.
Con todo mi cariño y esperanza,
Un maestro en el exilio.


